sábado, 6 de agosto de 2011

Radiografía de un viaje

Es cierto que, a veces, tenemos la sensación de que las cosas pasan por pura casualidad. Correcto. Y también es cierto que notamos (normalmente un poco después) que si algunas de estas cosas no hubieran sucedido, otras tantas (que son consecuencia) tampoco.
Creo que, a pesar de esta confusa explicación, todos sabemos a lo que me refiero.
Mi viaje podría encajar como ejemplo de esto.

"Ahmed rueda mi maleta delante de mí, a la salida de la terminal. Es la 1 de la mañana en El Cairo y no hace ni siquiera "fresco". Estoy cansado. Al mismo tiempo pienso, mientras le miro, cómo podría escribir eso en el blog.
Es la madrugada del 31 de Julio al 1 de Agosto, el día que empieza Ramadán. Me imagino a Ahmed con su familia, sus hijos. Un pequeño ejercicio de imaginación y, por qué no, de nostalgia -no diría compasión ni mucho menos-.
He negociado 60 libras, ni una piastra más ni una menos. 60 o'clock.
A la altura de la avenida Salah Salem me dice que puedo fumar si quiero, que "aún quedan unas horas".
Comprendo todo.
He llegado a Egipto. De golpe, se me quita el "jet lag" cultural. De bruces, tomo conciencia y sonrío. Africa. El Cairo. Lo pienso así, sin más, y se me antoja romántico, como de otra época. Repaso mentalmente los momentos que me ha dado esta ciudad, los buenos y los no tan buenos.

11 horas antes, Juan conducía a su estilo, rápido y esquivando el tráfico, cambiando de carril continuamente, al tradicional frenético ritmo de su conversación. Como siempre, tranquilo. La amenaza de que cerrasen la facturación no le preocupaba. Había mirado por el móvil el estado del vuelo: Retrasado 45 minutos. Todo bajo control. Su conversación, como siempre interesante, divagaba sobre la vida, el futuro y los viajes. Esos tres clásicos. Varios planes cruzaron mi mente e hizo que recordara lo que iba a ser mi verano pero nunca llegó a ser.

El Cairo te pone al límite. Otra vez.

Los días en España son de película. Y es curioso cómo de diferente se ve todo cuando pasa el tiempo. Cada vez es más distinto. Hay que hacer más memoria.

Casi perdí el AVE que me llevó a Madrid. Cuando digo "casi" me refiero a que el revisor me esperó para cerrar la puerta. Esa bala de acero me llevó hasta el cumple de Yasmin (sacrificando la fieta de cumpleaños de mi padre), pero mereció la pena coincidir con ella y con Juan mientras compartíamos una shisha.

Los días gallegos, como siempre, maravillosos. Estoy convencido de que es la combinación de haber pasado poco tiempo allí (en general) y contar con buena gente y buena familia (como en el Sur)"

Y como este post no me está saliendo como quiero y lo tengo manido, lo dejo aquí.

Tan sólo un apunte más: anoche llegaron Iñigo y Nagore para pasar unos días el país.

Ondo segi, aio.

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