domingo, 29 de enero de 2012

De soledad, años, 100...


No me atrevo a intentar una aproximación literaria a la tinta de Gabo.

Recuerdo el poema de Bécquer (si mal no recuerdo), en el que habla sobre su poesía, asimilándola a una mujer, a su desnudez y su complejidad. Es un poema que me sorprendió la primera vez que lo leí. 

Gabo no me lo recuerda. Lo que yo siento, en mi análisis de "mi obra" (por darle un nombre a un montón inconexo de hojas, libretas y diarios) y el futuro que quiero para ella (y para mí, con ella) en la eterna búsqueda del estilo propio, sí.
En Gabo veo la aspiración, la inspiración y la adrenalina motivadora del peligro. 

Leer esta novela es caer en las redes de la desesperación como el que en verano se tira a la piscina. Sin ser pedante, para que me entendáis, es como ver un Velázquez o admirar el David de Michelangelo. No hay nada más allá. Es la perfección. Es el círculo. Se acabó para el intelecto. La imaginación ya no sirve. El talento, historia baldía. Es como una ceguera artística que limita todas las opciones a la nada ante el mejor de los ejemplos que se tiene delante. 
Es maravilloso y frustrante.

Es difícil recurrir a fórmulas que lo saquen a uno de ese mundo, de las construcciones que plantea el autor. Sobre todo cuando, salvando las distancias, a medida que leo y descubro, me doy cuenta de que tengo construcciones similares (de menor calidad). Que no son casualidad de mil chimpancés golpeando teclas, sino que es, volviendo a lo anterior, una cuestión de búsqueda del estilo propio, ahora destrozado en mil pedazos, limitado cada vez más con cada palabra que leo y sin que pueda dejar de leer.

Tenéis que leer esa novela.


Pero la "cabezonería" que, en realidad, es perseverancia mezclada con orgullo, imperante en mi familia y heredada por igual por padre y madre, pulida por años y años de veranos de primos y cenas y comidas de Navidad hacen que me encapriche de forma natural y tenga claro que si no lo intento, nunca lo sabré. 
En el riesgo está la gloria (entendida como satisfacción). 

Por esto mismo, aprovecho para sacar a la luz el título de lo que hace que me pierda en mundos paralelos de infinitas posibilidades, que me roba luz de día y alarga mis noches. Que me brinda paz y angustia y me traslada a la soledad de los ausentes. A esa soledad que nunca es demasiada y que me consume sin remedio, como hipnotizado, llevándome lejos de aquí. Muy lejos.

La ciudad de las golondrinas

martes, 24 de enero de 2012

En la radio

Ayer fue un día distinto. 
Todo fue un poco rápido (no precipitado) cuando recibí una sugerencia para intervenir en un programa de Canal Sur Radio, la radio de Andalucía (Spain).
El programa era un poco tarde, según me comentó Ana (con su simpatía). Aún así, acepté encantado.
Este es el PROGRAMA (el mío fue el del 24/01/2012) y, aunque os recomiendo el programa, porque es un buen rato que echaréis, os diré que aparezco a partir del minuto 27. 

Ahora que me vuelvo a escuchar, aparte de oírme una voz rara, os diré que igual (vosotros que me conocéis) no supe expresar de un modo, digamos, como yo hubiera querido, lo que siento por mi país y por mi media patria, Andalucía, que es y será siempre, un recuerdo asociado a los buenos y no tan buenos momentos que hicieron de mí lo que soy, en gran parte (sobre todo, buenos).

Por si queda la duda, me encanta mi país y lo llevo con orgullo allá donde voy. Es sólo que la frustración hace mella... y a ciertas horas destaca algo más que la simpatía (eran las 2a.m.) 

Espero que lo disfrutéis tanto como lo hice yo. Una bocanada de aire de mi tierra, de azahar, olivos, playa, montaña, ríos... y alegría.

Besos y abrazos.

miércoles, 18 de enero de 2012

El Cairo y los pingüinos

Así es. Parecía un título imposible... y de hecho, lo es. 
Tranquilos, lectores. No han llegado los pingüinos a las arenosas latitudes de esta milenaria ciudad. Aún no. 
De lo que sí disponemos es de frío. Un frío que -dicen los que llevan un rato aquí- hace 30 años que no se notaba por aquí. Voy a ahorrarme las disquisiciones sobre el calentamiento global y cómo, con la ayuda de coches y vacas, nos estamos cargando el planeta sin que parezca importarnos demasiado.
El hombre es eterno. O eso cree nuestro cerebro. 

Pero dejadme que siga con la historia. 
El caso es que, después de los maravillosos días en familia, volví a mi casa en El Cairo. Lo que más me llamó la atención, además de la belleza de mi nueva compañera de piso, fue el frío que llegó con la caída del Sol. 
¡Madre mía! ¿¡Qué frío, no!?
Pensé que se trataría de algo pasajero o incluso subjetivo. Me recordé no caer en la obsesión y hacer vida normal, vida de El Cairo en Enero, vamos. Nada. No funcionaba. 
La gente a mi alrededor se enfermaba con naturalidad y rigor. Uno tras otro. Sin piedad. Temí por mi propia salud, pero le dije a mi lado hipocondríaco que ya habíamos pasado por un buen resfriado en Diciembre, de los de sopa, manta y cama de tres o cuatro días. De momento, parece que lo tengo convencido.

La frase que adquirí en esos primeros días (que espero que Victor no lea): "me duele el pie, de chutar (o patear) pingüinos en mi oficina", es cierta a medias. 
De nuevo, los planetas se alinean y el azar se viste de Prada para obsequiarme con uno de los grandes momentos idiosincrásicos del potencial local. Es decir, que la Sociedad Secreta -con abrigo- contraataca.

Recordaréis que el pasado verano estaba sin aire acondicionado en mi despacho. Lo avisé a finales de Mayo, cuando el astro rey apretaba de lo lindo en la tierra de Faraón. El técnico vino en Ramadán (Agosto). 

Lo de "los tiempos" lo explicaré en otra entrada, para poder explayarme. 

El veredicto del señor ingeniero entonces fue "este aire acondicionado no es que no funcione. Funcionar, funciona. Pero echa aire caliente porque no tiene aire frío". Con todo el aplomo de su milenaria civilización. De mi cara de circunstancia salió la frase "Entonces, ¿por qué funcionaba el año pasado?" Por supuesto, no obtuve respuesta, sino una mueca seguida de un "mmm" que indicaba el inicio de una investigación rigurosa y exhaustiva sobre este aparente expediente X.
Al final (de la historia y del verano), medio funcionaba. 


El destino, tan burlón como sarcástico, me repite la jugada ahora, en plena era glacial en el país. 

No sin razón, ha nevado en Alejandría. Poco o mucho es lo de menos. Ha nevado en Alejandría, a pie de mar. Como alguno dudará, os pongo estas fotos (que no son mías):

Alejandría.........

Sinaí (Monasterio de Santa Catarina) con nieve.....


Ahora que ya os creéis lo del frío, sigo.

Decía del Destino. ¡Oh, Destino! ¡Malandrín!
El señor ingeniero volvió. Y volvió con las pilas puestas. Me soltó una frase que me resultaba familiar: "Este aire acondicionado no es que no funcione. Funcionar lo que es funcionar, funciona, pero sólo con aire frío"
Cualquier persona con menos paciencia hubiera cedido, pero soy un gran defensor del diálogo hasta el último minuto o el agotamiento del oponente, así que, como de costumbre, usé la técnica de cafetería de preguntas correlativas con secuencia lógica que, hasta ahora, no me ha fallado. Si 'p' entonces 'q', si 'q' entonces 'r'... y así sucesivamente.
Y no, no me falló con el ingeniero. 
Se dio cuenta de que, si en verano sólo funciona el aire caliente y en invierno sólo el frío, pueden ocurrir dos cosas: o que me esté tomando el pelo de forma más que evidente, o que realmente el "coso" esté estropeado. 
Astutamente optó por la segunda opción. 
"Vengo en un par de días" me dice. De esto hace una semana. 

Mientras, sigo pateando pingüinos y hago muchas visitas a mi queridísima compañera Sara, cuyo despacho es golpeado por los rayos salvadores de la bola de fuego que tenemos en este cielo. 

Y así paso los días, esperando que esta ola de frío pase ("quizá en un mes o así" -me decía Farid) y calculando no sólo posibilidades, sino planes certeros para la temporada Primavera-Verano 2012.

Bicos.

miércoles, 11 de enero de 2012

Noches en Wadi Araba, Jordania


Recuerdo que era una noche fría en el límite del valle Araba, en Jordania, donde empiezan los valles y montañas que llegan hasta el norte, cerca del Mar Muerto. Desde la cima de la montaña que ocultaba el pequeño campamento de cuatro tiendas se podía observar una cálida puesta de Sol en las tierras de Cisjordania a un lado, y el salir de la Luna de entre las montaña rojizas de los valles del macizo de Dhana.



Era nuestro segundo día de trekking, después de la aventura del desierto. Estábamos cansados pero animados. El frío (creciente a esa hora) nos importaba poco. Era el sitio donde queríamos estar.

Compartíamos, por segunda vez, una tienda con una familia de beduinos, el fuego y mucho té.

Después de la cena, Abu Ibrahim, el padre cogió su "rababa" (violín de una cuerda doble o triple)  fabricada por él mismo y nos ofreció esta canción en su dialecto, que uno de sus nueve hijos nos fue traduciendo al árabe.

[Extracto de una entrada del diario electrónico del viaje de Noviembre 2011, con Zizo, a Jordania]



"Es esta la historia de un joven beduino que fue a vivir a la ciudad. 
Un día, los beduinos fueron a verle. 
Una hermosa joven venía con ellos.
El joven se quedó prendado y se enamoró de ella. 
Y empezó a visitar el poblado beduino cada poco tiempo.
Quería casarse con ella.
Un día, cuando llegó al poblado, descubrió que los beduinos se habían marchado para no volver. 
Tan sólo encontró el fuego encendido del campamento.
Estaba solo.
Empezó a recorrer los pueblos y ciudades, cantando su historia, como un poeta. 

Hasta que la encontró y se casó con ella."


 
   Fue una noche muy fría. Oímos los ladridos de perros salvajes, que apenas nos dejaron dormir, y poco más. Una noche de Luna llena.


El padre estaba emocionado cuando terminó, en un gran silencio. Nuestras miradas, perdidas en el fuego.

Una de las experiencias más humanas que he vivido. Sin duda.

Es más que agradable recordar cosas así.

domingo, 8 de enero de 2012

De ascendis

Qué sofocón la entrada anterior.
Menos mal que, como reza el título de esta, todo lo que sube tiene que bajar y viceversa.

Lo bueno de estar en un hoyo es la perspectiva que se tiene de todo. Mejor que eso, darse cuenta de que existen otras perspectivas y de que existe la cuarta dimensión, el tiempo, que todo lo relativiza.

No voy a entrar en detalles, pero precisamente fue saltarme mi paréntesis lo que me echó un gran cable para lidiar de la mejor forma con lo que fuera que pasara ese día.

Ya estoy en El Cairo. Acabo de llegar, después de un fatigoso (y, según Marta, anti ecológico) viaje con escala en Amman. El viaje ha sido algo distinto porque me he puesto a rajar con la mayoría de las personas con las que me cruzaba (algo que no es normal en mí).



A modo de epílogo diré que los días en la piel de toro fueron de balance positivo y me dio un poco de pena que no hubieran sido algunos más.

Me hubiese gustado pasar algo de tiempo con los tres mosqueteros, pero no todo puede salir bien al 100% y es cierto que mis planes eran un poco precipitados.

Me repito: 2012 va a ser un año lleno de cambios OPORTUNIDADES!

Suerte.

miércoles, 4 de enero de 2012

Sin más

Es extraordinario cómo un día cojonudo se puede ir al garete por un significativo (y revelador) comentario.

En este instante me siento mísero y perdido.

Tengo mucho sobre lo que pensar, pero acabo de confirmar el por qué de mi carácter reservado (y parece ser que es la mejor opción, después de todo).







Por cierto, feliz año.

Y ya que estamos, el 2012 se plantea lleno de cambios. De momento, dejo el trabajo. No es ninguna sorpresa para los que me veían echar fuego por la boca al llegar a casa después del despacho.

Mis planes son varios y variados, pero ya que estamos en nuevo año con propósitos nuevos y esas cosas, voy a ser consecuente y fiel al paréntesis de mi tercer párrafo y, en lugar de adelantar nada, iré contando a medida que sucedan.

2012