miércoles, 24 de agosto de 2011

Esas pequeñas señales

Queridos atrapaconejos de arriba y de abajo,
estar en demasiadas cosas lleva a no estar en nada.
Soy conocido por mi indecisión. En realidad, no es tal, sino una consecuencia normal, creo, de un modo de pensar más previsor y futurista del que rigen los cánones.
Es jodido.
Si algo he aprendido (viendo y viviendo) es que salirse un poco de los moldes puede llegar a ser sinónimo de pasarlo mal.

También voy aprendiendo que Ortega, con aquello de que somos nosotros "y nuestra circunstancia" tenía más razón que el Papa. Y que, por mucho o poco que se crea, hay cosas que van sucediendo que llevan a sitios diferentes según sea nuestra reacción ante ellas.

No es mi intención ponerme místico ni filosófico a mis años, pero últimamente he estado dándole vueltas a esto y he llegado a sentirme muy poco patrón de mi rumbo en determinados momentos (sobre todo, este año). Las sensaciones han sido raras: he intentado oponerme, llevar la contraria, otear el horizonte e incluso dejarme llevar a la deriva (sin remar). Los resultados han sido también, dignos de estudio (pero no os aburriré con eso).

A decir verdad, he aplicado poco de lo que me enseñaron mis padres, sin saber bien por qué (igual no era el campo correcto de aplicación). Y también me siento un poco "perdido" en el sentido de "estancado" o "aburrido".
Mi manía por mirar siempre el siguiente paso en lugar de disfrutar del presente es grande. La voy corrigiendo poco a poco, pero me queda mucho trabajo.
Y, sin duda, si la junto con el verano, con el Ramadán, con el calor, con la vida en El Cairo y con el futuro cumpleaños (tema que vuelve a salir), terminan en una entrada de blog como la actual.

Creo que es hora de dejar de escribir y darle a Publicar.


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