martes, 29 de junio de 2010

Día 10. El gran mar de dunas


Día 10. Viernes.

Llegamos a Abu Monqar a eso de las 4:30 a.m. Juanjo no se equivocaba. Menos mal que se mudó hace poco desde Dakhla hasta aquí.
Nos recoge en su 4x4 y nos vamos directamente a dormir a una duna, en mitad del desierto, justo cuando empieza a amanecer... qué foto.
Al cabo de un rato nos despertamos y, después de enseñarnos los alrededores, vamos a su casa, donde nos espera Elke, una maestra de Reiki, alemana. Comemos, descansamos y nos ponemos rumbo al desierto. Esta vez hacia el Este.
Este desierto es de piedra pequeña y arena fina.
Vamos en dos coches. Juanjo y Elke en uno. Juan y yo en otro guiado por dos beduinos.
Pasa lo increíble: nos perdemos. Dos veces. ¿Por qué? Porque vamos buscando un valle que servía de punto de encuentro para las caravanas que iban a la Meca.
Damos con el valle (algunas horas después).
Sinceramente, el valle no tiene nada. Bueno, tiene un pozo, que ya es algo a cientos de kilómetros de la civilización, y también restos de vasijas de quién sabe qué siglo.
A partir de ahí levanto el dedo en turno de consulta y solicito ir a un desierto que sea diferente a aquel que hemos visto. Concedido. Nos vamos a las dunas.
Y sobre la mayor de la zona fue donde establecemos el campamento y dormimos.
Se pone el Sol mientras sale la luna (llena).
Todo un espectáculo de la naturaleza.

Me encanta el desierto. Está tan limpio.

Historias en el fuego. Risas. Sesión de Reiki (que contra todo pronóstico, funcionó) y a dormir.

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