martes, 15 de febrero de 2011

El Cairo, los últimos 18 días

Hola,
os dejo este resumen que me publicaron en La Vanguardia en este LINK (gracias)

"Mubarak dejó el poder. Así lo anunció Soleiman, el vicepresidente, el día 11 de febrero de 2011. Cede el poder al ejército, que, a priori, parece que aboga por una transición moderada hacia un sistema democrático, como dictan los cánones, aunque todo esto está por ver. Pero hasta este día, han ocurrido muchas cosas. El pulso entre el Gobierno y la población ha sido constante y cargado de tensión a lo largo de 18 jornadas. Sin descanso.

Los días previos a la llamada del 25 de enero, mucha gente estaba dispuesta a apoyar la causa. En Facebook aparecíamos algo más de un millón de personas apuntadas al evento. Pero no llegaron a tantos en El Cairo ni por asomo (es lo que tiene Facebook). Aún así, asistieron los suficientes como para darse ánimos y continuar; es decir, para sentirse respaldados y confiados. Y esto se notó el viernes 28 de enero, cuando la Policía se enfrentó a la población para evitar una concentración pacífica y la población continuó con determinación. El Ejército empleó (que yo viera) gas lacrimógeno, pelotas de goma, chorros de agua y disparos de perdigones.

En mi episodio particular, recuerdo estar en el puente del 6 de octubre, en la primera bajada hacia la trasera del museo egipcio cuando vimos en el puente de Qasr al-Nil cómo la Policía iba retrocediendo ante el avance de la población. Al igual que a aquéllos, nos bombardearon con gas lacrimógeno y tuvimos que salir de allí. Nos dirigimos hacia ese otro puente. En el camino vimos heridos por impacto de perdigones, con heridas por todo el cuerpo, gente tumbada en el suelo, desmayada o sanguinolenta. Continuamos un poco más hasta el puente y vimos que estaban rezando. Sólo se oía el rezo, nada más. Hasta que terminaron y tuvimos que huir ante la carga policial.

Esa noche, Mubarak salió por televisión con un discurso afirmándose salvador de la clase baja. Me fui a dormir a los cinco minutos.

La perseverancia y la llegada del ejército a última hora de la noche del viernes 28 (con la consecuente retirada de la policía) hicieron que el ambiente de batalla desapareciera y la gente pudo acceder a la plaza. Se les pidió que disolvieran el asentamiento en repetidas ocasiones, pero ha sido el mejor ejemplo de desobediencia civil en pos de una mejora social general. Estaba justificado.

Ya por entonces había comenzado el toque de queda diario, poco respetado en general, cuyo número de horas oscilaba de un día para otro entre las 10 y las 14 horas diarias.

Con esto empezó el aprovisionamiento de cada uno. En los supermercados de las zonas donde vivo y trabajo se podía encontrar casi de todo. Faltaban huevos, pan, azúcar, harina. Pero no nos enfrentamos a ningún tipo de carestía ni revueltas (al menos en esas zonas). Tengo entendido que las verduras y otros alimentos sí faltaron en zonas más marginales (Shubra) y el precio general de los productos de la calle empezaron a subir mucho (algunos, más del doble).

Los días sin móvil ni Internet nos trasladaron a 1995. El tiempo era escaso: la mañana y media tarde. Después de esto, a casa. Pasé entonces mucho tiempo en casa de Yasmín, viendo la televisión para informarnos.

El pulso al poder seguía y, a los pocos días, los partidarios del régimen se echaron a la calle a pelear por aquello en lo que creían. Se comentaba que muchos eran los mismos policías vestidos de paisano. Sea como fuere, fueron dos días donde los egipcios se enfrentaban entre ellos y la inseguridad y tensión se notaban en las calles. Los rumores sobre tragedias nos envenenaban continuamente. Nos recomendaban no salir de casa.

Ante la falta de policía, por las noches, se formaban patrullas ciudadanas que controlaban los cruces y cortaban calles. Todo para la seguridad del barrio. Se oían disparos, a veces. Fueron un par de noches intranquilas. La mayoría de los extranjeros se habían marchado o estaban a punto de hacerlo.

Con la llegada de los teléfonos e Internet (bastante después), parecía que la situación se encaminaba hacia la normalidad, pero el espíritu en la plaza Tahrir se mantenía. El Gobierno pretendía hacer como que no había pasado nada. Durante las mañanas había poca gente, pero después del rezo de mediodía, se empezaban a congregar más y más hasta la madrugada. Los controles de acceso a la plaza los realizaba el ejército en colaboración con los ciudadanos. Pedían la identificación y nos sometían a varios cacheos.

A partir del domingo 6 de febrero, la actividad volvió un poco a la normalidad. En el trabajo, no había trabajo. Algunas tiendas locales abrían. Los bancos y las casas de cambio, cerrados, incluso cuando días más tarde volvió la policía para ejercer labores de control del tráfico y de seguridad en edificios institucionales y embajadas.

Y la gente seguía en la plaza Tahrir (de la Liberación), dispuesta a todo por aquello que quiere. Ya teníamos tanques en las calles, helicópteros, cazas sobrevolando la ciudad, barricadas, vehículos incendiados, patrullas ciudadanas, Internet. Con el paso de los días se notaba en el ánimo: tedio, cansancio, pérdida de la noción del tiempo.

Las acciones ciudadanas empezaron a deslocalizarse: acudieron al parlamento, a la televisión. No ocurrió nada grave, hasta el jueves pasado, cuando el Presidente dictó un discurso que enfureció a la población y los militares comenzaron a blindar el palacio presidencial temiendo un asalto ciudadano (y encontrarse ante un difícil dilema: apoyar al pueblo o defender al Rais).

Y, un día después, el 11 de febrero, después de casi 30 años, Mubarak se marchó.

El sábado amaneció un día eufórico en el que la gente sonreía (aún hoy) por la calle, con un espíritu nuevo, de haber conseguido algo que les pertenece. Aún hay actividad en la plaza Tahrir: grupos que no quieren marcharse, otros que desconfían, otros que protestan por su situación... Pero las cosas vuelven hacia una nueva normalidad.

¿Y ahora qué? Nadie sabe nada con certeza. Es cierto que la población desconfía de lo que pueda hacer el Ejército, pero es demasiado temprano como para contar con alternativas fiables con las que la gente pueda identificarse. Creer en los nuevos grupos de oposición. Ahora hay que esperar. El país tiene que asentarse. De momento, hoy se limpia la ciudad y se recuerda a los fallecidos."

2 comentarios:

  1. Genio, nos vemos en unos dias, preparame la llegada.
    Desde La bodega al Jalili.

    Saludos a todos y a Yasmin.

    ResponderEliminar
  2. Salud primo.
    Sosegada descripción, espero que ratifiquen a Chomsky.

    Cálidos Saudos Galaicos

    ResponderEliminar