jueves, 29 de octubre de 2009

Cruzar la calle; la ruleta rusa.

La sensación que me da al cruzar una calle amplia en El Cairo es la misma que cuando jugaba de pequeño, en las recreativas, a los juegos de aviones. Esos que diriges un avión visto desde arriba y que vas esquivando balas y misiles mientras disparas, con la salvedad de que aquí no puedes disparar (eso ya sería la repera). Aquí le echas huevos, te lanzas y rezas a Allah, a Dios, a Budha y al que quieras, que da igual y al final es siempre el mismo.En cuanto ves un hueco en el primer carril, te “suicidas” y, a partir de ahí, con mejor o peor criterio, vas adelantando poco a poco y los coches te van esquivando.
Otro detalle curioso que me hizo mucha gracia los primeros días fue el de la “invocación del carril extra”. Rollo carta de Magic. Esto es muy friki, lo sé, pero el que haya jugado a algún juego de cartas de este tipo, lo entenderá. Si no, es sencillo: la carretera tiene dos carriles. Todos sabemos que en un carril los coches entran bien, a gusto. El truco es achuchar a los coches de cada lado para hacerse un hueco entre los dos coches; es decir, con la línea discontinua (o continua, que da igual, y eso cuando está dibujada, que son pocas veces) pasando por el centro del coche. Aplíquese a calles de 1, 2, 3, 4 y hasta 5 carriles que se convierten respectivamente en vías de 2, 3, 4, 6 y hasta 8 carriles. Esto es un magnífico ejemplo de OPTIMIZACIÓN DE RECURSOS.
Porque ver 5 carriles cuando hay sólo 3, vale; ver a 5 tipos en una moto, o a una familia de 4 entera, pasa… pero ver un carro cargado de escombros tirado por un burro moribundo guiado por dos niños saltando una mediana de unos 15 cm para cruzarse al sentido contrario de una avenida de 4 carriles (por cada sentido), y atravesarlo organizando un pifostio enorme parando el tráfico y casi matando al burro para sólo llegar al kiosco y pedir yo que sé qué… eso, ESO…. No tiene precio!


martes, 27 de octubre de 2009

¡Taxi! ¡¡Taxiii!!

Ojalá pudiera grabar las conversaciones con los taxistas. A todos aquellos que teníamos a “Manolo” en clase de árabe les diré JA-JA en tema de pronunciación. Vamos al lío.
El pasado fin de semana (esto es: Viernes y Sábado –porque Allah dijo que los Domingos Él sí curraba-) Pablo y yo hicimos un poco de turismo por la ciudad; turismo, esa actividad tan “de ricos”, ver por ver, viajar por viajar… bueno, a lo que iba, que pillamos taxi y lo de siempre: A REGATEAR (aquí aplico grandes técnicas gitanas heredadas de la familia ya utilizadas de forma exitosa en otros países: gracias Lengo, gracias Rosa). El regateo puede hacerse antes (recomendado) o después de la carrera (nada recomendable); la diferencia estriba en que si es “después” hay discusión y normalmente de las gordas, mientras que si es antes, hay negociación. Esta puede ser muy divertida o un coñazo, ya depende de cada uno. Hay que añadir que el taxista, al final, siempre sabe donde está el sitio… y la mayoría de las veces es falso. Pero forma parte de la aventura diaria de esta maravillosa ciudad.
A continuación simulo la conversación que más veces he mantenido desde mi llegada. En la lengua de Cervantes sería algo como:

Yo: Que la paz esté con Vos.
Taxista: y con Vos que sea la paz y la bendición y toda la benevolencia de Allah.
Yo: (pienso: toma ya, con todo eso me he librado del infierno, por lo menos!) Voy hacia XXX.
NOTA: el precio de esa carrera para un egipcio sería de 5 ó 6 libras egipcias (L.E.)
Taxista: Mmm… 100!
Yo: L.E.?!?!
T: No, no… Dólares!
Yo: jajaja…
T: Ok, 30?
Yo: No. 7 Libras (y mirada de órdago a la grande).
T: no, no, señor. 20 (me ve el órdago, pero lleva 3 pitos 4… no sabe que vivo en el barrio).
Yo: “habibi”, hago esto a diario, así que sé que son 5 ó 6. Te voy a pagar 7 o pillo otro taxi.
T: suba, por favor.

RESUMEN: He pasado de una carrera de 550 LE, a una de 7. Esto es un caso extremo, lo reconozco, porque lo normal es que te arranquen en unas 30 ó 40 LE. En otra entrada hablaré del tráfico y de “cómo cruzar la calle” en este país.

La visita del pasado fin de semana fue al parque del Azahar (hadiqa al-azhar) y a la Ciudadela y mezquita del Sha de Persia. La ciudadela nos la perdimos, a decir verdad, porque nos quedamos dormidos, pero coincidimos con unos colegas a la salida y empalmamos el resto de la visita al barrio. Moló mucho. Hay algunas fotos aquí.
El parque del Azahar, está construido encima de un vertedero y me recordó mucho a muchos parques de Sevilla, Córdoba y Granada (¿Por qué será?) Está en lo alto de una colina desde donde se ve toda la ciudad (me pregunto cómo sería el vertedero… mejor no pensar en ello).
Allí fue donde a Pablo y a mí nos medio ligó una chica. La técnica era simple como el mecanismo de un sonajero: mandar a un grupo de 3 niños a que nos hicieran fotos con el móvil, a preguntarnos nombre, procedencia, edad, estado civil… Fue algo raro, más que nada porque lo único que, de estar cerca, podríamos haberle visto a la chica eran sus ojos (y con suerte, los zapatos), y, sincera y erróneamente, asocié su vestimenta a su actitud. ERROR. Otra cosa que aprender...
AQUÍ dejo algunas fotos de ese día (podréis ver a un "Vicente" haciendo una rascada a lo "Camacho"). Las fotos son del parque del Azahar y de los alrededores de la Ciudadela (y la mezquita donde está enterrado el Sha de Persia).
Una pena que la polución no deje ver la puesta de Sol, aunque merece la pena.
Ma'assalama!

jueves, 22 de octubre de 2009

Busitif

En árabe, la 'P' no existe, se pronuncia 'B'.
Las vocales 'U' y la 'E' tampoco existen. La primera es una 'O' y la otra, la 'I'.

Al final del "día de la lavadora", me acerco al "general", el chico de seguridad que me bautiza cada vez que me ve, y nos dice: "gasala busitif". Pablo y yo nos miramos con cara de "y ahora este qué querrá". El tío interpreta nuestro gesto correctamente y repite "gasala busitif... busitif, no negatif".
"Aaaah" Acto seguido le mandamos "va fa'n culo" y subimos a casa, a dormir.
Una cosa quedó clara: tenemos que hacernos al acento y al ritmo de aquí o estamos perdidos.

Ya tengo clases de árabe (con Llopis): de Domingo a Jueves, por la mañana y por la tarde (por supuesto, tengo hecho un excel). Si no hablamos es porque no queremos.

Empieza el finde. Os dejo con unas fotos AQUI.
¡Besos a todos!

La historia de la lavadora

Conseguimos una casa en Doqqi. Trabajo en Doqqi. Tardo menos de 5 minutos desde mi casa hasta la oficina. Esto, en El Cairo, es un lujo.
Por favor, fijaos que hablo de “la casa”. ¿Esto por qué? Porque no tenía lavadora. La experiencia, o mejor dicho, la aventura ha sido graciosa, tensa pero graciosa. Todo se resume a una semana de negociaciones. Mi casero, el señor Muntasser (tiene nombre de esclavista de la Africa baja) tiene alma de catalán. Por favor que no se ofendan mis buenos amigos catalanes. Me refiero a “catalán del duro”, del del duro, ese de “la pela es la pela”. Por supuesto podría denominarlo también como “fenicio”, “turco”, “banquero”, “vampiro”, “joputagarrao” o sencillamente “rácano”, pero como en mi país hay de todo, pues para qué andarme con tecnicismos. Por cierto, el tipo de inglés sólo sabe “OK”, “I”, “you”, “yes” y “no”. No bromeo. Creo que ni “Mcdonald’s”.
A lo que iba, que llegamos Llopis y yo al piso y todo ok o medio ok. En resumen, contentos. Le digo al tipo que la fianza se la da Rita hasta que no pase una semana y vea que la (todavía) casa está bien. Efectivamente. Nunca intentes engañar a un gitano.
La lavadora no funciona. Por favor, intentad recordar esta frase.

Día 1 (con colega traductor): Señor Muntasser la lavadora no funciona (“gasala maksura”)
- No, no… funciona seguro. Pero si quieres te llamo a un técnico. Mañana estará ahí.

Día 2 (sin colega): Llega el técnico a casa y enciende la lavadora. El programa no funciona, prueba otro programa. El fallo general es que cualquier programa funciona 5 minutos y se para, la lavadora hace ruido de rota y así hasta 5 horas (contadas). El tipo sigue girando la manivela de programas hasta que llega a uno que aguanta un poco más. “Lavadora OK” y se pira. Pongo la lavadora. Jajaja… y “gasala maksura”. Llamo al tipo y me suelta una retahíla en árabe que ni Mahoma. Se la suelto yo en un inglés que ni mi tocayo Shakespeare. Silencio. “’You’ atkalam ‘I’ bukra mah sadyqak, ‘OK’?” (Llámame mañana con tu amigo, ok?). OK.

Día 3: no llamo.

Día 4: le pido a Yasmin que llame. Habla con él. El señor Muntasser tiene condiciones para lo de la lavadora: me la intenta arreglar, no me la cambia, no le importan mis problemas, tan sólo la pasta. Quiere su fianza. Si no nos gusta la casa, ¡pasaporte! No suena bien. Pienso durante la noche.

Día 5: día de meditación y análisis de estrategia.

Día 6 (sin): Llamo al técnico. Viene. Observa la lavadora durante 10 minutos. La enciende. Gira que te gira y misma jugada que el día anterior. “Lavadora OK” y le digo que se siente cómodamente, que vamos a presenciar el “arte de lavar” de Tsun-Tzu (José). La ciencia no falla y ahí no se lavan ni las tuberías. Cara de preocupación del tipo. Agita la lavadora. Parece que no funciona. Llamo al señor Muntasser y le paso al técnico que le explica la situación. Solución, técnicos de la marca.

Día 7 (con traductor majo, colega del Muntasser): Entramos los 4 (Muntasser, técnico, traductor y yo). Miramos la lavadora. Nada. La encendemos. Nada. Giramos. Nada. El técnico la abre. Nada. Promete traer técnicos de “Whirpool” al día siguiente. Le digo que no, que esa tarde. Me pongo duro y el tipo me suelta algo en árabe que el otro ni traduce y se piran.
Llegan los técnicos de la Whirpool. Abren el tema, cambian 2 piezas, ajustan otro par, tocan botones, cables y tuberías. Ponen el aparato de pie y le dan a ‘ON’. Aquello parece que gira… en el programa A (enjuague y centrifugado). Le digo que quiero el ‘2’ (lavado sin prelavado con jabón). Lo pone. Empieza a girar y 1 minuto más tarde estoy solo en la casa.
Y la lavadora deja de girar. Llamo al tipo y se lo digo.

Día 8 (con el colega traductor): Muntasser, técnico, traductor y yo. Invocamos espíritus pero parece que la lavadora no va. El jefe llama al servicio técnico y le dicen que para hoy imposible. Enfados. Le digo que la lavadora se arregla al día siguiente como máximo, que llevo una semana sin lavar, que no tengo ropa, que yo no pago ese dineral (ejem) por una casa sin lavadora, que es muy feo y que o esta al día siguiente arreglada, nueva o lo que sea o me piro cuando acabe mi mes después de convertir mi casa en una non-stop Rave de 15 días. Dice que lleve las ropas a la lavandería de la esquina y que él lo paga todo. Razonable. Me pide la llave de la casa para poder entrar por la mañana con el técnico. Cambio cerradura y le doy llave.

Día 9 (con): Ni como y llego a casa. En mi cuarto de baño de escasos 3 m2 no ocupados están el señor Muntasser, el técnico, el traductor, el técnico de Whirpool y su pinche… y yo. Hace calor. Estamos en Egipto. Da igual. El de Whirpool dice que ahí está todo bien. Me dice que lo que pasa es que yo no sé poner la lavadora porque los únicos programas que van son el 1, el 3 y el 6. Le pregunto que por qué escriben 2, 4, 5 y 7. No me contesta. Se queda pensando. Saca el tubo de desagüe y lo apoya en el váter. Aquello empieza a echar agua, el baño a inundarse y nadie hace nada que no sea mirar el agua saliendo. Yo era la viva estampa del capitán del Titanic, he sobrevivido a peores. Meten el tubo en el desagüe con el baño ya inundado. Muntasser llama a una vecina para que me explique cómo se usa. La anciana llega a la casa –al baño- con un amigo/marido (ya somos 8 ahí metidos. El técnico se tiene que salir porque no cabe), pone el programa ‘A’ (el que era y es enjuague y centrifugado) y la cosa funciona, claro. Le digo que yo quiero el 2 y me dice que no, que A. Le digo al jefe que si la lavadora no hace lo que quiero es porque está rota. Miradas de comprensión. Me dice que va a llamar a la Whirpool (¿pero entonces este pavo no era de Whirpool? No entiendo nada). Le digo que me da igual, pero que el plazo termina ese mismo día. Me piro a comer. Me llama al rato y me dice que “gasala gadida” (lavadora nueva). Subo a casa. Observo el proceso funerario de retirada de la lavadora "vieja", RIP... hasta la casa que le toque. Entro y veo la lavadora “nueva”, y ¿sabéis qué? Que es más antigua que la anterior.
Pero funciona.

Le he dicho a Llopis que lo de internet lo haga él, no vaya a ser que sólo pueda llamar a números que no lleven 9 y, claro, la jodimos.
Ahora que la lavadora lava, esto ha dejado de ser una casa para convertirse en todo un hogar con sus más, sus menos y la maravillosa zona chill-out con vistas. Prometo fotos.

Sé que se me ha ido de largo pero espero que haya merecido la pena.
Mi crisis nerviosa y demás instintos asesinos primarios se han pasado y ahora estoy bien. Gracias por la lectura familia.

sábado, 17 de octubre de 2009

Rest of the World?

¿Por qué dirán “Rest of the world” cuando quieren decir “segundo mundo”?
Aquí es donde tengo que mirar en la mayoría de los listados para encontrar mi vida en El Cairo: mi tarifa, mi código, mi promoción… Rest of the world. Ni siquiera en Africa. Africa, para los cairotas, es lo que algunos llaman (por resumir y para que nos entendamos -sin tonterías-) el "Africa negra", subsahariana, tropical. Esa Africa. El famoso Oriente Medio tampoco. Eso empieza en el canal de Suez y, aunque pille la península del Sinaí, no se considera Egipto un país de la zona del golfo Pérsico. Esos son otros. ¿Norte de Africa? Sí, pero tampoco. Esos son Libia, Argelia, Túnez, hasta puede que Marruecos.
Pues eso: Rest of the World.
Es como una especie de segundo mundo, a caballo entre la pobreza de la mala, de la de hambruna y sociedad de clase media. Egipto. El Cairo.
Algunos datos curiosos de El Cairo:
Alrededor de 19 millones de habitantes estimados (ó 20 ó 18 ó 21, depende de la fuente –como siempre-).
Nivel de pobreza… depende del barrio.
Origen de la población: depende del barrio, aunque, por supuesto, mayormente egipcios.
Idioma: árabe. También inglés y francés. Estoy seguro de que algo de alemán y, sin duda, italiano.
Moneda: Libra egipcia (y las piastras) y, claro, Euro y Dólar y Libras inglesas.
Economía: variada (regateo) y de todo.
Tráfico: algunos dirán que terrible, pero yo digo que hay que ser muy bueno para sobrevivir aquí sin golpes.
Polución: toda. Cerca del Nilo se puede ver la nube negra que cubre la ciudad. Ahora me explico estar todo el día con la nariz taponada, con dificultad para respirar y, por tanto, sudando como un pollo.
Es todo un gran “depende” en una gran mezcla. Mi bisabuelo decía: “un barco que no sabe donde quiere ir, nunca aprovecha un viento favorable”. Esta ciudad, en su variedad, viaja a la deriva en un mar de dunas.
Hay mendicidad. Poca. Hay oportunistas. Todos. Y me parece bien. El país es barato, pero no por esto es soportable.
El viaje fue bien. Un poco pesado: Sevilla-Madrid-London Heathrow-El Cairo… a medianoche.
Menos mal que no iba solo. A partir de ahí, la aventura de los pisos. Unos 20 pisos en día y medio. Precios, de todo; calidades, de todas; agentes, de todos los tipos. Hay cosas que no cambian en ningún continente ni en ninguna ciudad, como "robarle" un poco de red al vecino para escribir estas líneas. Vivo en el mundo.
Ya caerán las fotos.
Sed buenos.

jueves, 15 de octubre de 2009

Vicentes, el piso y demás


¡Por fin tenemos casa! Se ha hecho de rogar, pero lo, al final, tras partidos de mundial, recepciones en embajadas, cumbres energéticas, reuniones empresariales, comidas en hoteles, visitas a pirámides y toda una vida de estrés y sufrimiento... lo hemos conseguido. Después de marearnos con argelinos, egipcios, taxistas (raza aparte), inglés, árabe (poco), francés, shawarmas, kosharys y demás, hemos encontrado un lugar que pasa a ser territorio español (aunque falta la bandera). Un décimo con vistas al Nilo y a la Torre del Cairo (que viene a ser algo así como una torre con un restaurante en lo alto con buenas vistas). No está nada mal. Tres habitaciones y media, dos baños y medio, una jaula de loro vacía, una población de hormigas que decrece bajo la justicia del dios Cucal, un Llopis y un Guillermo. Luminoso y con zona chill-out. Prometo fotos.

Los "Vicentes" (así es como Llopis ha instituido el apelativo a los autóctonos) están por todas partes y nos miran, divertidos, e intentan comunicarse en "ese" inglés mezclado con su idioma natal (el egipcio, que no es exactamente árabe -ya explicaré sobre esto-). Y tantos son que están por todas partes y de todos los colores, formas y diseños... hasta en la tele (en casa se pilla Telecorán -TV Coran- con un Vicente que se parece al Mayor Oreja)

La ciudad va a otro paso. Se rigen por el Sol. Los días son eternos y las noches también. La ciudad no descansa. Encuentras lo que sea las 24 horas, hasta atascos como el del primer día a las 2 de la noche. Las llamadas al rezo, desde los altavoces de los minaretes, resuenan en la ciudad, como un eco, 5 veces al día. Para evitar que os pongais a contar con los dedos, os las cuento:
1.amanecer;
2.el punto más alto del sol;
3.a medio camino entre el punto más alto y el ocaso;
4.ocaso (aún con claridad),
y 5.una hora después del ocaso (cuando ya está oscuro).
Mucha gente reza, sea en las mezquitas, sea en su casa, en la calle (sí, sí)... ponen su alfombra y listo! No es extraño si en una zona comercial se oye el rezo (no me refiero a la llamada al rezo, sino al rezo en sí) por la megafonía y esto se aplica a la tele, a algunas calles, tiendas, coches, y ascensores (y no estoy de broma).
Si nos metemos en el tema del uso horario, da la historia para mucho. Aquí no existe el cambio de horario, es GMT+2 todo el año. Ahora coincidimos en hora con España. Pero aquí el Sol sale antes, sobre las 6 a.m. (e irá a más tempranero). Por eso el personal se levanta a esa hora, a la hora que diga Ra... y es ahí donde empieza el día.
Poco a poco iré desmitificando algunas creencias y corrigiendo otras, porque, eso sí: creo que tenemos una idea pero que muy equivocada de toda esta cultura.
Hay mil cosas de las que podría seguir hablando, pero esto se va de largo y tampoco es plan.

Lo mejor, que cada día es diferente al anterior (sin excepción) y ocurren cosas continuamente. Es como ir a otro planeta, a otro país... pero de verdad, no a más de lo mismo.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Primeros días de Ofi




Es normal que los primeros días en los trabajos, a estos niveles, sean poco activos (salvo excepciones). Nuestra situación no era tal. Por tanto, después de una mañana tranquila en la que, incluso, pudimos ir a visitar el que parece que será nuestro hogar, comimos en la oficina por invitación de Sharif para, a continuación, salir flechados al nuevo estadio “As-salaam” (La Paz) donde se celebraba el partido de octavos del mundial sub 20 de fútbol España-Italia. Ordenes de la embajada. No es broma.
La grada central de enfrente estaba plagada de militares camuflados con monos de colores para hacer relleno. Y el partido transcurrió como dicta la tradición; es decir, una España fuerte, con buen juego y muchas ocasiones. Faltó rematar. Contra una Italia de repesca, caótica y con contadas ocasiones. Remató la mayoría.
Como la historia es cíclica, nos expulsaron a uno por una falta que (yo, español digo que) no era tal o no para tanto y, por supuesto, fallamos un penalti que hubiese cambiado el ritmo del partido, del campeonato y, por qué no, de la historia.

Con un Llopis cabizbajo salimos de nuestro palco VIP del estadio para volver al coche oficial que nos llevó de vuelta a la oficina, sobre las 20, donde había una recepción de unos empresarios en misión comercial: croquetas, cerveza, tortilla, buena charla… una recepción vamos! Hay que decir que, a esas horas, el cansancio era patente. Se hizo duro soportar hasta las 22 para llegar a casa y, casi sin dormir, concluir entre risas el primer día de trabajo.
Toda una experiencia. Y el tráfico sigue igual.
Al día siguiente se notó que el ritmo aumentó y que ya empezamos a hacer “cositas”. Dentro de poco será rutinario.
Fue el primer día que vimos las pirámides. Estábamos lejos, en Doqqi, en una terraza de un hotel árabe. Estábamos solos y se veían lejos, mucho, entre la niebla y la polución (toda la mierda de los 2,5 millones de coches) de la ciudad, atardeciendo. Nosotros, con un té cada uno y una shisha, sentados en sillas de madera, parecíamos haber vuelto a la época colonial si no fuera por las cientos o miles de antenas satélite que plagaban los tejados de las casas. Ha sido una buena tarde.

martes, 6 de octubre de 2009

Setiembre

¿Qué pasa en Setiembre? Pues depende de a quien se lo preguntemos. Si lo hiciéramos, como es el caso, a un becario de este programa que haya pasado por el Master, Setiembre es el mes donde los nervios se notan, no por los exámenes, sino por otras cosas. Es el mes en el que se tienen reencuentros, se confirman amistades y se hacen (esta vez parece que de forma más definitiva) las despedidas. Se inician los blogs y las promesas.
Muchos se quedaron en Junio. Y algunos eran de los mejores.
Lucía (Santiago de Chile), Edu (Lima) y Elena por la Sudamérica española; mis queridas Fátima y White y Germán, a las tierras brasileras; Nurieta, Paula, Diego, Sergio, Belén, Iker y Marías a comerse Asia. USA es para Eva, Javi, Rebeca y Marimar. Centroamérica para don Iñigo, Jorge, el organiser, y Beatriz. Entre Europa y Africa nos encontramos la mayoría, más de 15, repartidos entre Portugal (Alberto), Dinamarca(Suzy), Noruega (Alvaro), Holanda (Guzmán), Suiza (Isa y Myriam), Chequia (Edu), Eslovaquia (Cris), Croacia (Rafa), Beltrán (Serbia),Turquía (Rachel), Marruecos (Leyre), Argel (Lucía), Libia para Albert, Angola para el magnífico José, Líbano (que era Siria hasta ayer) para Pabliño (enhorabuena); en Israel, Arturo; y Egipto para el magistral Llopis y para mí.
Aquí vienen las caras… a ver cómo están dentro de un año.

El origen de todo esto

El proceso de selección de la beca para acceder, en un primer momento al máster, se hace largo. Dura alrededor de 5 meses y consta de las famosas 4 pruebas: psicotécnico (donde hay que ser rápido pues no da tiempo a terminar); inglés (nivel alto); comentario de texto (que se hace el mismo día que el psico pero se corrige si se aprueba inglés) y, si se llega a la última, la entrevista, eliminatoria, digan lo que digan. Recomendaciones: leer bien las bases para evitar sorpresas de última hora.

Una vez dentro, el máster tiene de todo: partes sobrevaloradas e infravaloradas si bien la tónica general es una: estrés. No da tiempo. Llega un momento en que da la sensación de que no se aprende porque se va contrarreloj. Es cuestión de disciplina y, como digo, hay de todo. Siempre habrá, subjetivamente, injusticias, pero es que es muy difícil alcanzar objetividad entre 300 personas y con un sistema de campana de Gaus que declaran desde el primer día. Hay asignaturas muy buenas y otras un poco inútiles; y estas mismas dependen también del profesor que toque, que los hay buenos, malos y regulares; de un ego casi infinito y otros que son más bien “esbirros” del coordinador. Consejo: repasar continuamente el contenido de los exámenes con compañeros de otros grupos.

Desde mi punto de vista (esta es la parte más subjetiva) el problema del “mal rollo” entre dirección y alumnos (por lo menos en mi promoción) radica en la incongruencia entre el trato de la dirección y sus expectativas. Me explico. Nos dicen que somos “profesionales y como tales debemos comportarnos”, pero, desde el primer momento, exigen de nosotros un comportamiento (cosa que veo normal) basado en la amenaza constante y el miedo a perder el máster (esto me parece una pasada -tratándose de adultos). Sus motivos tendrán, desde luego, pero dudo de la efectividad. Estoy convencido de que existe otro método más efectivo y profesional. Hasta que lo encuentren lo mejor fue pasar, no protestar, ir a lo que tiene que ir uno y darle a las cosas la importancia que tiene sin caer en un juego estúpido.

Pero pasando a valoraciones generales, tengo que decir que merece la pena. En algunos momentos más que en otros e incluso se piensa en tirar la toalla (a varios nos pasó), pero es algo pasajero y, al final, merece la pena. De verdad. Por el máster, por la plaza si se consigue, por la gente, por los compañeros (todos, algunos en especial). Por aprender a convivir, a trabajar de otra forma y por la experiencia.

No lo volvería a hacer, o eso creo. Pero lo recomiendo a cualquiera, aunque sólo sea el máster.

Ahora, Julio, meses después del inicio. Para muchos soy un número. Para otros, un amigo; como ellos para mí. Y visto que soy un número, sólo me falta una cosa: el nombre de una ciudad. Y ese nombre ha llegado: Al-Qahira, Misr. O lo que es lo mismo: El Cairo, Egipto.

Allá voy!