martes, 21 de agosto de 2012

La vida es una shisha

Hace unos días, de los últimos de Ramadán, inauguraba yo esta teoría en un momento de disfrute placentero, shisha en mano, aderezado con notas de humor, ironía y, como no, con la lucidez que proporciona la ausencia de preocupaciones materialistas.
No sin cierta razón me aventuré a comparar la pecera en la que nadamos con -y cito a Juan H.- "uno de los más maravillosos inventos de la humanidad": la shisha.
Pero ¿qué es una shisha? Es lo que en otras latitudes llaman Hookah, Narguile, Darbooka o pipa de agua. 
Es esto:
Imagino que os sonará. Mi abuela se pensará que es un aparato de los moros para consumir drogas, aunque, de hecho, y después de usar el sentido común y haber leído estudios de varias universidades americanas, es más saludable (siempre sin serlo) que cualquier otra forma de tabaco (cigarrillos, cigarros, pipa...)

Anyway voy a centrarme en la famosa teoría. Primero necesitamos desmembrar las partes de la shisha, tal y como indico en el gráfico que sigue. Es importante tener claros los conceptos básicos que se van a tratar.

Funciona así: el carbón se coloca encima de la piedra, que va rellena de tabaco al gusto. El aire hace arder el carbón, que quema el tabaco y desciende hasta filtrarse con el agua en el vaso. Por uno de los orificios de salida llega hasta la manguera (o lay) por donde fumamos. 

Una vez sabido esto, procedo a plasmar la idea: 
El carbón son esas cosas que "queman", los palos, las experiencias que "no gustan" pero sin las cuales no tendríamos la referencia para darnos cuenta de las cosas buenas; es decir, los carbones son los que hacen "funcionar" las cosas buenas (el sabor). Todo esto, tras un breve camino (el tallo) se filtra con el agua, símbolo de la vida y la experiencia, la parte no fisiológica, para que lo podamos fumar y saborear. Estas dos partes se unen (junta del vaso) con una goma hermética para impedir que nada se pierda. Esa es nuestra percepción. Nuestros sentidos.

La válvula de escape (de nuevo en la parte fisiológica) funciona cuando hay demasiada presión en el vaso. Son los momentos de estrés, cuando hemos tenido demasiadas experiencias y "reaccionamos" en lugar de "actuar".

A partir de aquí no nos hace falta más que elucubrar diciendo, por ejemplo, que un exceso de cualquiera de los elementos resultará, sin duda, en un disfrute atípico (demasiado bueno o demasiado malo): mucho carbón quemaría demasiado el tabaco; fumar demasiado de una vez generaría mucha presión en el vaso (y algo de tos). 
Podemos pasar tiempo sin fumar manteniendo la shisha, pero no puede ser mucho pues el carbón se extinguiría, el tabaco se secaría y el humo se enfriaría hasta desvanecerse.

Para evitar el acceso de factores externos, existen elementos que nos protegen pero que no todos usan, como la cobertura para el viento (foto de abajo) o la bandeja para recoger los restos de los cambios del carbón:
Es importante saber que, aunque compartir es vivir, un uso excesivo consumiría el tabaco con mayor velocidad, por lo que hay que saber moderarse, ser precavido y crítico a la vez.




En resumen: moderación y disfrute. La virtud está en el punto medio. 

Hay que recordar que, si fumamos, tiene que ser del tabaco que nos guste y que, al final de la explicación, de ser todo como he descrito, el que pone el tabaco, llena el vaso de agua, monta la shisha y nos cambia el carbón; es decir, el "shishero" debería ser considerado amo y señor de nuestro universo y del camino vital. En resumen, dios de nuestro pequeño universo. 

Pero él también fuma shisha.

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