miércoles, 18 de enero de 2012

El Cairo y los pingüinos

Así es. Parecía un título imposible... y de hecho, lo es. 
Tranquilos, lectores. No han llegado los pingüinos a las arenosas latitudes de esta milenaria ciudad. Aún no. 
De lo que sí disponemos es de frío. Un frío que -dicen los que llevan un rato aquí- hace 30 años que no se notaba por aquí. Voy a ahorrarme las disquisiciones sobre el calentamiento global y cómo, con la ayuda de coches y vacas, nos estamos cargando el planeta sin que parezca importarnos demasiado.
El hombre es eterno. O eso cree nuestro cerebro. 

Pero dejadme que siga con la historia. 
El caso es que, después de los maravillosos días en familia, volví a mi casa en El Cairo. Lo que más me llamó la atención, además de la belleza de mi nueva compañera de piso, fue el frío que llegó con la caída del Sol. 
¡Madre mía! ¿¡Qué frío, no!?
Pensé que se trataría de algo pasajero o incluso subjetivo. Me recordé no caer en la obsesión y hacer vida normal, vida de El Cairo en Enero, vamos. Nada. No funcionaba. 
La gente a mi alrededor se enfermaba con naturalidad y rigor. Uno tras otro. Sin piedad. Temí por mi propia salud, pero le dije a mi lado hipocondríaco que ya habíamos pasado por un buen resfriado en Diciembre, de los de sopa, manta y cama de tres o cuatro días. De momento, parece que lo tengo convencido.

La frase que adquirí en esos primeros días (que espero que Victor no lea): "me duele el pie, de chutar (o patear) pingüinos en mi oficina", es cierta a medias. 
De nuevo, los planetas se alinean y el azar se viste de Prada para obsequiarme con uno de los grandes momentos idiosincrásicos del potencial local. Es decir, que la Sociedad Secreta -con abrigo- contraataca.

Recordaréis que el pasado verano estaba sin aire acondicionado en mi despacho. Lo avisé a finales de Mayo, cuando el astro rey apretaba de lo lindo en la tierra de Faraón. El técnico vino en Ramadán (Agosto). 

Lo de "los tiempos" lo explicaré en otra entrada, para poder explayarme. 

El veredicto del señor ingeniero entonces fue "este aire acondicionado no es que no funcione. Funcionar, funciona. Pero echa aire caliente porque no tiene aire frío". Con todo el aplomo de su milenaria civilización. De mi cara de circunstancia salió la frase "Entonces, ¿por qué funcionaba el año pasado?" Por supuesto, no obtuve respuesta, sino una mueca seguida de un "mmm" que indicaba el inicio de una investigación rigurosa y exhaustiva sobre este aparente expediente X.
Al final (de la historia y del verano), medio funcionaba. 


El destino, tan burlón como sarcástico, me repite la jugada ahora, en plena era glacial en el país. 

No sin razón, ha nevado en Alejandría. Poco o mucho es lo de menos. Ha nevado en Alejandría, a pie de mar. Como alguno dudará, os pongo estas fotos (que no son mías):

Alejandría.........

Sinaí (Monasterio de Santa Catarina) con nieve.....


Ahora que ya os creéis lo del frío, sigo.

Decía del Destino. ¡Oh, Destino! ¡Malandrín!
El señor ingeniero volvió. Y volvió con las pilas puestas. Me soltó una frase que me resultaba familiar: "Este aire acondicionado no es que no funcione. Funcionar lo que es funcionar, funciona, pero sólo con aire frío"
Cualquier persona con menos paciencia hubiera cedido, pero soy un gran defensor del diálogo hasta el último minuto o el agotamiento del oponente, así que, como de costumbre, usé la técnica de cafetería de preguntas correlativas con secuencia lógica que, hasta ahora, no me ha fallado. Si 'p' entonces 'q', si 'q' entonces 'r'... y así sucesivamente.
Y no, no me falló con el ingeniero. 
Se dio cuenta de que, si en verano sólo funciona el aire caliente y en invierno sólo el frío, pueden ocurrir dos cosas: o que me esté tomando el pelo de forma más que evidente, o que realmente el "coso" esté estropeado. 
Astutamente optó por la segunda opción. 
"Vengo en un par de días" me dice. De esto hace una semana. 

Mientras, sigo pateando pingüinos y hago muchas visitas a mi queridísima compañera Sara, cuyo despacho es golpeado por los rayos salvadores de la bola de fuego que tenemos en este cielo. 

Y así paso los días, esperando que esta ola de frío pase ("quizá en un mes o así" -me decía Farid) y calculando no sólo posibilidades, sino planes certeros para la temporada Primavera-Verano 2012.

Bicos.

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