Hola,
últimamente tengo la suerte de poder conversar con gente muy interesante (no es algo nuevo, pero estas personas sí).
Hubo un tema sobre el que he querido escribir. Para hacerlo un poco ameno y con mayor alcance, lo haré a modo de dos cuentos.
I.
Mohamed tiene 5 hijos, una mujer, Fahema, 43 años. Y está jubilado.
Vive en Downtown Cairo. Una zona de clase media. Tiene coche. Come bien, duerme bien. Como el resto de su familia.
Sus hijos no van al colegio. Aparcan y limpian coches. El territorio lo ganó su padre hace muchos años, antes de que nacieran, antes de que se casara. Ahora, dos o tres de los chicos se turnan, mientras otro limosnea y la última está con la madre para las tareas domésticas.
Por el parkíng se pueden sacar unas 4000 libras egipcias, al menos. Con la mendicidad se incrementa un poco más.
¿Por qué iba a mandar a los niños al colegio?
¿Qué futuro se puede esperar de esta situación?
II.
Hany, que terminó la secundaria, no tiene padres. Está casado con Marwa. No tienen hijos. Hany tiene un hermano que no tiene absolutamente nada, ni familia, ni estudios. Vive con el matrimonio.
Para poder salir de esta situación donde no hay trabajo y tienen que vivir hay una posibilidad.
Un riñón vale 20.000 libras egipcias (unos 2300 Euros). Esto es verídico.
Por supuesto es ilegal, así que, tras la "intervención" te cosen y te dejan en la calle. El postoperatorio lo haces en casa.
Islam, el hermano de Hany, murió de una infección pocas semanas después de la intervención. Estaba solo en casa, quizás, porque murió por la mañana y Marwa está limpiando casas mientras Hany está conduciendo el Tata negro destartalado que compraron con el dinero del riñón para "hacer Taxi" y ganar algo de dinero. Por lo menos hasta que aguante el vehículo.
Estas dos historias son ficticias pero inspiradas en hechos reales.
Da una idea de las prioridades, la situación de las personas. Sobre todo, da una imagen clara de lo privilegiados que somos algunos (sin tener que culparnos por ello)
Muy bueno este post aunque es duro escuchar cosas así.
ResponderEliminarMuchos no nos damos cuenta de lo privilegiados que somos, muy cierto eso.
Un saludo,
Pablo Escribano.