jueves, 6 de mayo de 2010

Ese chip que salta en el cerebro al oír ciertas cosas


Queridos brevedores,
me pregunto por qué me sorprende que "cosas" como el antisemitismo propagado (y ejecutado) por los Nazis en Alemania sigan siendo apoyadas en partes del planeta.
Me refiero en concreto a que el señor Adolfito Hitler es considerado un héroe por muchos aquí. Estas personas no son los tontos que van por ahí con banderas, pins, chapas y cabezas rapadas, propagando su "superioridad" con palizas y mala educación. Yo hablo de personas.
Al fin y al cabo, cada uno tiene sus creencias.
Personalmente pienso que cualquier religión, en su ala radical, debería ser considerada secta o enfermedad mental (a elección del consumidor).
El ejemplo más cercano es el clásico Madrid-Barça de la zona: musulmanes Vs. judíos.
El razonamiento de este artículo se puede resumir en una pregunta: -¿Por qué no apoyar a aquel que se cepilla a mi enemigo?-

Desde luego, la cosa tiene chicha y no es tan sencillo como parece (aquí me adelanto a lo que me diría mi padre, que siempre piensa que lo veo todo fácil en la vida, jeje).
Quiero dejar claro que no apoyo ni a uno ni a otro (sólo me faltaba esto, que ya tengo yo bastante con el Betis y el Sevilla -y además me comprometí a no hablar más del "dichoso" tema-).

El caso es que mi sorpresa fue esa. Un tema tan tabú, tan rechazado -hacia los de la ideología esa-, tan marcado y notorio... que sea aceptado por algunos. ALGUNOS. O por lo menos, que muchos vean a A.H. no como alguien malo, sino como un político alemán que algo hizo, aunque no sepan bien ni el qué ni si fue mucho o poco, malo, bueno o regular.
Esto demuestra que la historia la cuentan siempre los vencedores y que influye mucho la visión del país.
Hablo de personas universitarias y no universitarias en Egipto.
No hablo de TODOS los egipcios.

Me pregunto cuántas más de estas cosas me ha dado mi educación, erosionando lenta y sigilosamente mi capacidad de juicio relativo. Desde luego, rechazo lo que Adolfito hizo, pero quizás no me debería haber chocado tanto cuando vi los libros sobre el nazismo por las calles por primera vez.

¡Qué calor hace hoy!

2 comentarios:

  1. "Personalmente pienso que cualquier religión, en su ala radical, debería ser considerada secta o enfermedad mental (a elección del consumidor).
    El ejemplo más cercano es el clásico Madrid-Barça de la zona: musulmanes Vs. judíos."

    ¿Por qué sólo en su ala más radical? Al final, ¿Qué diferencia hay entre religión y secta? ¿Qué aportan las religiones más allá de hacernos ver que pertenecemos al grupo de los elegidos, frente a otros que no lo son?

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  2. En mi opinión. La mayoría de las religiones no se consideran "las únicas". De hecho, sólo los judíos se consideran "el pueblo elegido". No lo critico. Uno de los profetas del Corán es Jesús de Nazaret, el mismo del que se habla en la Biblia cristiana. El Antiguo Testamento judío es el mismo que el cristiano.

    Aquí he usado "secta" con sentido despreciativo. En sentido literal son un concepto similar, nada malo: "Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica" -según la R.A.E.-
    La diferencia entre secta (en el sentido despreciativo) y religión es muy grande: principalmente, la religión es una parte de la filosofía que se ocupa de la "preocupación natural" del ser humano a lo que hay después de la vida. Esta parte, como el resto de las filosofías son necesarias. Puede que no lo sean en un mundo 100% materialista, pero lo son si se piensa que el mundo es algo más que ese materialismo. Esto depende de cada uno.

    Con el "ala radical" (que no sólo existe en la religión, ojo) me refiero a esa parte del comportamiento de unos, que se ampara en la religión (que también puede ser política u otras cosas más absurdas) para inhibir o matar a otras personas porque se creen diferentes a los otros o porque tienen miedo de lo ajeno, e.g. inmolarse, bombardear con bombas de racimo o invadir un país por su petróleo (para no extenderme).

    En resumen, con esa definición, tan sólo quería diferenciar al que se deja comer el coco para matar a otros del buen padre (o madre) de familia que mantiene una vida religiosa acorde a su cultura mientras da de comer a los suyos.
    No por llevar un turbante se es terrorista ni por llevar una estrella de David, un fascista.

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