Queridos todos,
la señorita Farah Haji se marchó, definitivamente, después de casi seis años en El Cairo.
Fue una despedida emotiva y rodeada de amigos.
"¿Y a mí qué?" se preguntará alguno.
Pues qué de qué. Lo cierto es que no lo contaría si no me sirviera de ejemplo de globalización. Para que algunos se hagan a la idea de que el mundo, dentro de su pequeñez, es tan grande como variado.
Farah tiene pasaporte jordano. Nació en Amman.
El padre es palestino, nacido en Tel Aviv en 1948, el año de la creación del Estado de Israel. Es musulmán.
La madre es de Irak. Es cristiana.
Los padres se conocieron en Bagdad, durante la Universidad. Se casaron y tuvieron tres niñas. Farah es la menor.
Por tradición, es musulmana, pero se considera a sí misma como una mezcla de las dos religiones. Bebe, no fuma. Cree que Allah y Dios son la misma "cosa" con diferentes nombres.
Ella me explicó las diferencias que hay en Jordania cuando se es Palestino, Palestino-jordano, Jordano y lo que llaman "Jordano puro". Y de como se discriminan unos a otros.
Me contó que nunca podrá visitar Tel Aviv con su padre.
Y también me habló de lo difícil que puede resultar la vida cuando se es cristiano en Irak. Y de cómo tu familia tiene que abandonar su casa y desplazarse a otra población cuando el país entra en guerra con Irán, y con EE.UU. (dos veces).
Me hace gracia porque cuando le preguntas de dónde es te dice "soy de Jordania". Pero cuando coge confianza, te cuenta que es palestina. Y te habla de Bagdad, de Amman, de El Cairo, de Siria y Byblos como si fueran parte de ella misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario