Queridos lectores,
Entre otras muchas cosas, los egipcios, tienen una costumbre: la humanidad en el trato. Esto no es otra cosa que mostrar interés por lo que no conocen y, sobre todo, por lo que viene de fuera. ¿Cómo? Preguntando.
Muestran su amplia sonrisa (sobre todo los niños, encubiertos por un halo de inocente vergüenza). Preguntan, les gusta que les preguntes, son felices, pasan el tiempo, es divertido, interesante… en muchos casos (o zonas) creo que es comparable a si yo conociera a un extraterrestre.
Dentro de todo lo que preguntan, hay tres cosas que nunca, NUNCA, de niños a mayores, de hombres a mujeres, nunca van a faltar:
- Nombre,
- país
- y estado civil (más concretamente si estás o no casado).
Es curioso como, por la forma de vestir y respondiendo a estas tres preguntas, te encasillan en una u otra “categoría” social. Les sirve de referencia. Sin más.
"Conversaciones" de este tipo he tenido a patadas y de todos los tipos. He tenido cien nombres, docenas de trabajos y he sido iraní, ruso, francés, alemán, italiano, español, patrichistaní (“un país maravilloso, Patrichistán” decía un guía de las pirámides), brasileño, mejicano y otros tantos que ni recuerdo.
Les da igual. Lo mejor es que todos son prácticamente igual de simpáticos. Esto me gusta. También igual de pesados. Esto me gusta menos.
En el monasterio de San Antonio (cerca de al-Zafarana) nos acompañaron unos niños desde la cueva hasta el monasterio. 1200 escalones para abajo.
De donde eres, como te llamas, estas casado. Así nosecuantas veces. Cansa. Juan se cansó. A partir de ahí los niños añadieron "¿tu amigo está enfadado?" a la lista. Yo les respondía que fueran y se lo preguntaran. Al cabo de 15 minutos añadieron otra pregunta típica: en qué trabajábamos. Ese día éramos futbolistas, del Valencia y del Barcelona. La siguiente pregunta de los chicos era si nos gustaba el fútbol.
Queridos amigos, el orden de las preguntas es correcto: primero, trabajo (futbolistas) y después si nos gusta el fútbol y de qué equipo somos. Qué puedo decir, después de varios meses por aquí, no me sorprendió nada todo esto.
Es un país curioso. En un trayecto de 15 minutos puedo ver un coche dando marcha atrás en un puente, o aparcado en él, girar en sentido contrario (como hizo Juan) en una rotonda, ver que la casa que tardaron 10 días en demoler a golpe de martillo y maza se ha convertido en un aparcamiento que controla el “bauab” de la zona, ver al chico del pan en bici con su bandeja de 2x2 metros repleta de pan en la cabeza, como el mejor equilibrista del mundo esquivando coches, personas, badenes…
Puedo ver tantas cosas, pero recuerdo todo más lleno. Entonces me doy cuenta de que he dejado de ver la basura de la calle, las galabeyas, los taxis pitando, el tráfico caótico (de repente parece más ordenado), las motos con música, los hiyab y los niqab. Forman parte ya de mi día a día, son cosas que no veo más. Están tan presentes en la cotidianeidad que no los ves. Esto es extraño.
Ver cómo se van olvidando cosas para aprender otras nuevas, formas nuevas, modos nuevos, nuevos puntos de vista, nuevas ideas. Mil cosas que el cerebro intuye pero no puede absorber por saturación.
Aunque seguro que toda la tontería me la quita de un bofetón el primer taxista que pille en España cuando vea que me bajo del taxi sin pagarle.
bueno ahora mismo somos 2 personas en Patrichistán. De momento solo dico que es una nacion muy pequeña y que se come Jamon ispanico, leche, chocolata y polpette :)
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