miércoles, 5 de octubre de 2011

De mudanza

Queridos todos,
de nuevo, me mudé. Después de un par de años por aquí y dos casas encima (que no dormitorios), puedo decir que, dada la cantidad de cosas que tenía, esta mudanza ha sido un infierno. Esto lo escribo una vez que el traslado está terminado. Ahora sólo falta poner todas las cosas en orden, cosa que haré el Domingo porque hoy mismo, después del trabajo, me voy a la playa. A descansar de El Cairo, de los egipcios y de sus tonterías (generalizando desde mi punto de vista) y, sobre todo, de su absurda intensidad.

Estos días, en concreto la jornada de ayer, he vivido una serie de experiencias que rozan lo esperpéntico. Todavía me lo tomo con humor, pero amargan el día.

No sé ni por donde empezar, así que lo haré preguntándome sobre mi fontanero. Sé que os he contado de él. Sabréis que siempre tardaba mucho en venir, que lo hacía tarde, que reparaba a medias y que se piraba. Pues la sorpresa es que, después de su última intervención en el motor del agua, el que dejó goteando (pero medio funcionando), mi vecina, que nunca se preocupa por nada que no le afecte me llamó y me dijo: "El motor gotea agua y me han dicho que puede afectar a los cimientos".
Yo le respondí que eso ya pasaba desde hace meses y que es por causa de una mala reparación. Me dice que va a llamar al fontanero (Hassan) para que lo arregle. Y lo hace. Y Hassan se planta allí en menos de lo que canta un gallo, para mi sorpresa.
La cosa no acaba ahí. Quieren que pague.
Les doy MI razonamiento: yo ya pagué para que lo arreglara y él me dijo que lo hizo. Me mudo hoy. No pago nada. Habla con mi casera.
Llámala y habla con ella - me dice.
No. Que la llame Hassan o que hable con el propietario del inmueble - no es mi guerra.
La batalla termina ahí, pero no la guerra. Esto me ha traido cola los últimos tres días con llamadas de mi vecina, visitas a casa a contarme penurias y a hablarme del pobrecito Hassan -el mismo que me cobró 50 LE por "mirar el motor"-. Amablemente empatizo con ella, pongo mis caruchas, unas tristes, otras más alegres. Me solidarizo. Trampa preparada.
Y ¡ZAS! "blablabla.... entonces le pagas y ya está" -así me lo suelta.
- No le voy a pagar, ¿quieres un té?.
- Bueno pues le pago yo y ya me das el dinero (y sonrisa).
- Bueno, le pagas tú y ya te lo dará Fahima cuando hables con ella. Qué día tan bonito hace hoy- le respondo.
Su mirada de póker: Carita de pena. Morritos. "ya rabs" a saco.
Mi mirada de póker: tengo mucho qué hacer. Hasta luego. Y cierro la puerta.
Cabreado.

Ayer por la mañana fui al banco, a cobrar. Tenían que comprobar la firma. El que me atendió me dijo que esperara unos 15 minutos a que comprueben la firma.
- Pero, ¿son 15 de verdad o me vas a tener esperando hasta la tarde? -le pregunto.
- No, no, señor. Son 15. Máximo 30.
Miro el reloj. Es aceptable.
Vuelvo a la hora y media y le digo que qué |@#~# pasa. Me responde que no lo pueden hacer. Le digo que si pretendía decírmelo o esperar a que Allah viniera a contármelo en persona. No le sienta bien pero me importa un pimiento y le hablo de calidad de servicio, atención al cliente y cumplimiento del deber. Me mira como si le hablase de ciencia ficción.
Me voy.
Cabreado.

Llego al curro y me cae una Due Dilligence. Contrato de 150 páginas para resumir. En alemán. Le digo que yo no tengo un nivel nativo de alemán, que hace 6 años que no lo utilizo y que voy a tardar. "Me hablas como si me importase" decía su mirada, y sigue viendo videos.
Salgo del despacho.
Cabreado.

Como también estoy organizando el viaje de este finde largo a la playa, precisamente ayer se pusieron tres o cuatro personas de acuerdo para empezar con los "no sé si voy", "espera que te confirmo luego" o "sé que te dije que no iba, pero creo que sí voy, aunque quizás venga un amigo si puede, pero si fulano/a no va, no sé si ir". Opté por ponerme borde (me salió natural, en realidad). Pero es el victimismo de la circunstancia. No puedo hacer nada.
Cabreado.

Decido que el tipo del banco no me va a joder el finde (si tardo en el banco, llego tarde al trabajo, salgo tarde, me mudo tarde, me acuesto tarde y descanso poco, por lo que el finde, en vez de pasarlo haciendo mil cosas me lo paso durmiendo), así que decido coger el toro por los cuernos y salgo antes, voy a otra sucursal, cobro el cheque en 5 minutos, recojo la guitarra y me voy a casa a hacer la mudanza.
Mis cosas gozaban del efecto multiplicador. Cuanto más empaquetaba, más cosas salían de la nada.
Menos mal que Federico me echaba una (gran) mano. Le debo una.

Mi vecina (que es mi futura casera, atención) me hace cuatro o cinco visitas, hablándome de los derechos y obligaciones de las partes contratantes en los inmuebles egipcios. Vamos, cubríendose las espaldas. Su forma de razonar, muy del lugar, está fuera de toda lógica, la verdad. Pero eso es otro tema. Debo una entrada sobre "el capitalismo en Egipto y sus formas"

Ahora tengo todo apilado en el salón de la nueva casa. Y cada vez que lo miro me entra media risa floja y otra media de "¿de dónde ha salido todo eso?"

No sabéis las ganas que tengo de desconectar.
¡Ah! Noviembre promete ser movidito. Muy movidito.

Para los lectores españoles con inquietud por conocer un poco sobre su sistema político diré dos cosas:
1. Leed este artículo

2. Democracia 4.0

No hay comentarios:

Publicar un comentario