La verdad es que tenía otros planes para el fin de semana. La opción del viaje quedó aparcada ante la posibilidad de poder compartir el fin de semana (y noche de) San Juan con mis amigos, en la playa. Con todo el equipo: comida, bebida, música, fuego...
Al final, como las personas somos como somos (unos así y otros asá), no salió nada de eso.
Esto, más que un problema, supuso una oportunidad.
Vincenzo me ofreció la posibilidad de ir con él a Alejandría, acompañando a un grupo de Hip Hop (porque había un breakdancer y un beatbox) que se llama Asfalt.
Acepté.
Una de las mejores decisiones últimamente, la verdad.
Fue una paliza, eso sí. Madrugón después de salir un rato la noche anterior para pillar un autobús a las 9:30. Ja. Ja. Salimos de El Cairo sobre las 11:15 y llegamos a "Alex" a eso de las 14:30.
La idea era aprovechar la playa por la mañana, pero hay planes que, en este país, sencillamente, no existen. Nuestro inconsciente nos la sigue jugando. Habrá que domarlo (Freud se revuelve en su tumba).
El caso es que Vincenzo y yo, hasta los C·%"·($ del autobus, nos bajamos en la avenida que da al mar y decidimos pasear por el paseo marítimo hasta que encontramos un restaurante de pescado.
Qué comilona nos pegamos.
Finalmente (yo, refunfuñando un poco, todo sea dicho) llegamos a la fortaleza (el-A3laa) donde tenía lugar el Festival.
Era un poco cutre, sinceramente. Una calidad malísima de sonido. Grupos mediocres.
Asfalt tenía previsto salir a las 20 al escenario.
Sus letras reflejan la situación de las calles de El Cairo y hacen mucha crítica no sólo social, sino también política, antes y después de la revolución.
No hacen nada nuevo. Digamos que llevan así mucho tiempo.
Tuve la oportunidad de leer la entrevista que Mr. Mattei les hizo para "Il Manifesto", un magazin italiano de corte comunista. Divertidísima. El grupo en sí ya son dignos de mención. Tienen una visión muy particular de todo lo que les rodea.
Por fin, salieron al escenario.
Y comprendí por qué están nominados para el MTV Arabia en Dubai.
El próximo Jueves actúan en el Parque Azahar. Me pidieron que fuera a verles, pero el placer, sin duda, será mío.
Espero que triunfen.
Y queda esto como ejemplo de los giros que dan las cosas, en general, y en este país, en particular.
Un poco de la cultura urbana occidental con sabor a los instintos africanos.
Mucha caña.
¡Dan mucha caña!
martes, 28 de junio de 2011
domingo, 12 de junio de 2011
Ma3 al salama, Farah
Queridos todos,
la señorita Farah Haji se marchó, definitivamente, después de casi seis años en El Cairo.
Fue una despedida emotiva y rodeada de amigos.
"¿Y a mí qué?" se preguntará alguno.
Pues qué de qué. Lo cierto es que no lo contaría si no me sirviera de ejemplo de globalización. Para que algunos se hagan a la idea de que el mundo, dentro de su pequeñez, es tan grande como variado.
Farah tiene pasaporte jordano. Nació en Amman.
El padre es palestino, nacido en Tel Aviv en 1948, el año de la creación del Estado de Israel. Es musulmán.
La madre es de Irak. Es cristiana.
Los padres se conocieron en Bagdad, durante la Universidad. Se casaron y tuvieron tres niñas. Farah es la menor.
Por tradición, es musulmana, pero se considera a sí misma como una mezcla de las dos religiones. Bebe, no fuma. Cree que Allah y Dios son la misma "cosa" con diferentes nombres.
Ella me explicó las diferencias que hay en Jordania cuando se es Palestino, Palestino-jordano, Jordano y lo que llaman "Jordano puro". Y de como se discriminan unos a otros.
Me contó que nunca podrá visitar Tel Aviv con su padre.
Y también me habló de lo difícil que puede resultar la vida cuando se es cristiano en Irak. Y de cómo tu familia tiene que abandonar su casa y desplazarse a otra población cuando el país entra en guerra con Irán, y con EE.UU. (dos veces).
Me hace gracia porque cuando le preguntas de dónde es te dice "soy de Jordania". Pero cuando coge confianza, te cuenta que es palestina. Y te habla de Bagdad, de Amman, de El Cairo, de Siria y Byblos como si fueran parte de ella misma.
la señorita Farah Haji se marchó, definitivamente, después de casi seis años en El Cairo.
Fue una despedida emotiva y rodeada de amigos.
"¿Y a mí qué?" se preguntará alguno.
Pues qué de qué. Lo cierto es que no lo contaría si no me sirviera de ejemplo de globalización. Para que algunos se hagan a la idea de que el mundo, dentro de su pequeñez, es tan grande como variado.
Farah tiene pasaporte jordano. Nació en Amman.
El padre es palestino, nacido en Tel Aviv en 1948, el año de la creación del Estado de Israel. Es musulmán.
La madre es de Irak. Es cristiana.
Los padres se conocieron en Bagdad, durante la Universidad. Se casaron y tuvieron tres niñas. Farah es la menor.
Por tradición, es musulmana, pero se considera a sí misma como una mezcla de las dos religiones. Bebe, no fuma. Cree que Allah y Dios son la misma "cosa" con diferentes nombres.
Ella me explicó las diferencias que hay en Jordania cuando se es Palestino, Palestino-jordano, Jordano y lo que llaman "Jordano puro". Y de como se discriminan unos a otros.
Me contó que nunca podrá visitar Tel Aviv con su padre.
Y también me habló de lo difícil que puede resultar la vida cuando se es cristiano en Irak. Y de cómo tu familia tiene que abandonar su casa y desplazarse a otra población cuando el país entra en guerra con Irán, y con EE.UU. (dos veces).
Me hace gracia porque cuando le preguntas de dónde es te dice "soy de Jordania". Pero cuando coge confianza, te cuenta que es palestina. Y te habla de Bagdad, de Amman, de El Cairo, de Siria y Byblos como si fueran parte de ella misma.
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