...es el resultado de vientos a 35 Km/h con dirección Oeste/Sudoeste cuando vives en una ciudad como El Cairo.
Y ahora empiezo yo a preguntarme sobre la teoría del caos y el estado de ánimo.
¿Qué hace especial a esta ciudad?
En estas últimas semanas no tengo respuesta a esto. Ni a muchas otras cosas.
Pero recuerdo un refrán castellano: "cuando el río suena, agua lleva".
Vuelvo a casa por Navidad.
Me planteo cambio de destino (no significa que lo vaya a hacer).
Qué ganas tengo de comer polvorones y turrón con toda la fauna.
domingo, 12 de diciembre de 2010
lunes, 6 de diciembre de 2010
El gato y el pan
Hola a todos,
ayer pasó una de esas cosas que sólo pasan en ciertas partes del mundo, en momentos determinados.
Voy a exponer la historia desde el punto de vista de mi amigo Patrizio Pagafanti.
"Era una fresca y lúgubre tarde de este tardío otoño que no termina de arrancar en El Cairo, en Africa. En una Africa diferente a cualquier otra Africa, que algunos llaman ya Oriente Medio. Después de la visita a Yasmine me dirigí al encuentro de Patrizio en las inmediaciones de la librería Diwan, en el barrio de Zamalek, para ir al Centro Italiano de Cultura a ver una película: 'El maestro de los errores' (no os la recomiendo demasiado). Como íbamos con tiempo, decidimos pasar primero por la panadería Fauchon, donde, además de una 'pizzeta' aproveché para comprar una barra de pan de semillas.
Felices y satisfechos, nos fuimos a ver la película.
Ir a una proyección en este país es como ir a un patio de vecinos: la gente habla, come, llama por teléfono, duerme, ronca. Esta vez era algo diferente (sería por el sitio), pero no nos librábamos del ruido de bolsas de comida. Especialmente la persona a mi izquierda, un par de butacas más allá. Comía, se levantaba, volvía, hablaba...
De repente, extrañado por el exceso de ruido, me giré y no vi a nadie, pero el ruido seguía. Y entonces lo vi. A mis pies. Con medio cuerpo dentro de la bolsa del pan. Intentando arrastrar la barra hacia afuera. Un gato. Mejor dicho, un P#to gato, que se estaba comiendo el pan. ¡Mi pan!
El maldito felino, al conseguir sacar medio cuerpo de la bolsa, me mira. Me desafía. Sabe que hemos llegado a un punto crítico insalvable en nuestra relación. Y lo sabe bien. Fue bonito, pero se acabó.
Ni CR7 habría sacado una falta con tamaña puntería como hice yo en ese momento. El gato se retiró prometiendo venganza, pero no había donde rascar. Terminó la película y nos marchamos.
A la salida, tuve que tirar el pan. Patrizio me dijo que lo dejase por tierra, que ya lo comería algún bicho. Efectivamente, apareció un gato -otro- que se pegó el homenaje."
La reflexión de Patrizio, en ese momento, entre risas, fue simbólica: un gato que se intenta comer el pan y se lleva la patada. Y otro gato que, sin saber por qué -por algo que ha hecho un colega de él sin que lo sepa-, se lleva una cena rica y calentita.
Y me quedé pensando en que, al final, las cosas pueden o no estar escritas (como dicen por estas tierras o como decía el protagonista de la película) pero en innegable que dependemos de los actos de los demás para que sucedan muchas de ellas. Nos guste o no.
El balance de la noche fue un gato pateado, un gato "cenado" y un ser humano sin pan. Aunque sean las enseñanzas del chino Kudeiro, es extraño cómo se puede aprender de todo.
jueves, 2 de diciembre de 2010
El pobre de Samuel T. Cohen
Propicios días ciudadanos,
hoy ha muerto Samuel T. Cohen. Fue el inventor de la Bomba de Neutrones.
Nikita Khruschchev dijo que era el arma capitalista porque mataba personas, no cosas. Por lo visto dijo algo como "puedes matar a un hombre sin manchar su traje de sangre y así vestirlo tú". Bueno.
El caso es que no deja de tener cierta ironía el asunto porque este señor, Samuel, intentó durante muchos años que su arma se fabricara (y no se hizo hasta 25 años después). ¿Por qué no?
Eso me pregunto yo. ¿Por qué?
La clave de la respuesta me la dio una de las últimas palabras de Samuel: "Es la única arma nuclear de la historia que hace que tenga sentido en hacer la guerra. Cuando la guerra termine, el mundo sigue intacto". ¡Joder, Sam! (perdón por el taco).
Esto me lleva a preguntarme cuánta gente habrá en el mundo que piensa que las guerras son algo ideológico o religioso o o territorial o cultural... cuando, en realidad, lo que interesa es puramente económico.
Sam, Sam. Tu arma no es "guay" porque precisamente no destruye. Para qué la vamos a usar, si lo interesante de una guerra es destruir para reconstruir (que es donde está la pasta). Que se lo digan a Líbano y al grupo Solidere.
Cambiando de tema, aprovecho la ocasión para dejar patente la indignación que siento por la política exterior de EE.UU. (que es uno solo de los casi 200 países de la Tierra con una población de solo el 5% mundial) que ahora dice que Julian Assange (este sí que merece un Nobel de algo -os recomiendo leeros su minibiografía-) es malo y lo pone al ladito de Bin Laden en puntos de maldad.
Digo yo que lo deberían multar por Copyright (si es que lo tenían los documentos pero no seas brutos, yankees. No hombre, no. Así no se hacen las cosas.
Y como colofón. Prometo (y soy un hombre de palabra) dar un cheque en blanco a la persona que invente un arma que mate sólo y exclusivamente a los malos. Me gustaría ver hacia donde van las balas (o los rayos láser). Seguro que me llevo una sorpresa... o no.
Podéis dejar vuestros bocetos e ideas en los comentarios y os iré contactando.
Sed buenos.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Los Estados Unidos de Europa
Hola,
el siguiente fragmento es parte de un discurso. Lo pongo aquí porque, aunque me perturbe coincidir con Nigel Farage en la idea de que los estados tienen que controlar más en vez de actuar como máquinas económicas privadas y no perder su autonomía (exacto, es inglés), también pensé que, a veces, hay que hacer sacrificios para conseguir sueños. No se trata de justificar, sino de ponderar. Tampoco de ir a lo loco -ejem- sino de hacerlo con la cabeza -sentido común- pero también con el corazón -pasión-.
Tened en cuenta, por favor, que fue escrito hace mucho tiempo (lo digo por el léxico)
"¡Un día vendrá en el que las armas se os caigan de los brazos, a vosotros también! Un día vendrá en el que la guerra parecerá también absurda y será también imposible entre París y Londres, entre San Petersburgo y Berlín, entre Viena y Turín, que será imposible y parecería absurda hoy entre Rouen y Amiens, entre Boston y Filadelfia. Un día vendrá en el que vosotros, Francia, Rusia, Italia, Inglaterra, Alemania, todas vosotras, naciones del continente, sin perder vuestras cualidades distintivas y vuestra gloria individual os fundiréis estrechamente en una unidad superior, y constituiréis la fraternidad europea, absolutamente como Normandía, Bretaña, Borgoña, Lorraine, Alsacia, todas nuestras provincias, se funden en Francia. Un día vendrá en el que no habrá más campos de batalla que los mercados que se abran al comercio y los espíritus se abran a las ideas. - Un día vendrá en el que las balas y las bombas serán remplazadas por los votos, por el sufragio universal de los pueblos, por el venerable arbitraje de un gran senado soberano que será en Europa lo que el Parlamento en Inglaterra, lo que la dieta en Alemania, lo que la Asamblea legislativa en Francia! Un día vendrá en el que se mostrará un cañón en los museos como ahora se muestra un instrumento de tortura, ¡asombrándonos de que eso haya existido! Un día vendrá en el que veremos estos dos grupos inmensos, los Estados Unidos de América, los Estados Unidos de Europa, situados en frente uno de otro, tendiéndose la mano sobre los mares, intercambiando productos, su comercio, su industria, sus artes, sus genios, limpiando el planeta, colonizando los desiertos, mejorando la creación bajo la mirada del Creador, y combinando juntos, para lograr el bienestar de todos, estas dos fuerzas infinitas, la fraternidad de los hombres y el poder de Dios."
Victor Hugo. 1871.
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