Queridos, darlings -que diría Chris-
Nunca nada sale como uno planea. Es cierto. En este caso, a mí, más o menos, me salió. Tenía un vuelo a Sevilla que, en un principio, no pensaba disfrutar. Después lo pensé un poco y, unido esto a combinaciones astrológicas, me salió a aprovechar la oportunidad.
Me planté en Sevilla por la noche. Me junté con mis amigos en un bar para beber agua y comer ensalada, lo típico de la ciudad.
A medianoche llamé (de nudillo) a la puerta de mi padre.
A la mañana siguiente, me presenté en casa de mi abuela.
Después, ante mi hermano.
Finalmente, a mi madre -simulando que era mi hermano.
No puedo describir ninguno de los momentos. Soy incapaz. Tendríais que abrirme y rebuscar en el cerebro.
Mi segundo día fui al concierto de U2. No contaba con ello.
Al día siguiente llegaron mis primos de Madrid y A Coruña. Toda una coincidencia.
Dormí poco, salí mucho, estoy más gordo y vi a más gente de la que pensaba.
Por eso digo que las cosas no siempre salen como uno planea. A veces, salen mejor.
Gracias por los días en Sevilla.
Después de un año árabe, los necesitaba.
Besos, abrazos y garrotazos